Fernanda Paz
por em 13 Novembro, 2021
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Conformamos una red de seres individuales que, durante eones, ha estado confundiendo la forma de relacionarse con la Vida. La ignorancia y el desamor por el Reino Vegetal distanciaron al hombre de sí mismo y le proporcionaron un vacío sin precedentes, dando como resultado una humanidad fría, desconectada de su verdadera esencia.

Mucho más que un discurso ecologista sin contenido, el contacto con la Naturaleza es urgente y necesario para que todo aquel que busca una cura profunda esté en disposición de servir esta Casa que nos habita, en este Aquí y Ahora.

Es sumamente importante que las personas comprendamos, respecto de esta auténtica emergencia, que no es indispensable estar en un espacio ideal para comenzar la transformación que queremos ver en el mundo y que, echando mano de la creatividad, se despliegan ante nosotros muchas vías de acción para abordar el propósito de reunir al ser humano y su esencia a través de la relación directa con las plantas. Esta reconexión, realizada de manera armónica, permanente y desapegada, posibilitaría un vínculo profundo con el polo femenino del planeta Tierra que, desde hace miles de años, palpita en Oriente y que, a partir de fines de la década de 1980, ha estado pulsando aquí, en Occidente, especialmente, en América del Sur.

El desarrollo del nexo con la energía femenina, flujo vital que muchos identifican bajo los nombres de “Madre Tierra” o “Madre Universal”, entre otros, nos permite acceder a los campos milagrosos de abundancia, salud plena, prosperidad, amor universal y, sobre todo, sanación como seres individuales y, en consecuencia, como conjunto. Entender que somos herramientas únicas e imprescindibles para colaborar con el proceso de recuperación del ser planetario es uno de los pasos a dar para salir de la inercia y entregarnos verdaderamente al Plan Evolutivo que gestiona y ve todo.

En términos prácticos, cada uno de nosotros puede comenzar en donde sea que esté, se trate de un ámbito citadino o rural. Cultivar en macetas plantas medicinales y aromáticas, por ejemplo, representaría un pequeño aporte de parte de quienes viven en grandes núcleos urbanos. Aquellos con casas de patio amplio, en cambio, pueden utilizar cajas de madera, sembrando alimentos para consumo en ensaladas o también germinados. Por otra parte, el desarrollo de flores atrae a los Devas y nos coloca en un estado aún más profundo de sintonía con los elementales del mundo vegetal.

Así mismo, toda y cualquier acción restaurativa es muy valiosa en estos tiempos, por ejemplo, leer o estudiar sobre fertilizantes y compost aptos para uso en nuestras viviendas o recolectar hojas caídas de árboles para utilizar como cobertura de la tierra de nuestros huertos.

De este modo, la Vida misma nos confirma, en todo momento, lo trascendente de nuestra participación en profundo equilibrio por la regeneración vegetal, desmantelándose la suposición de que solo los grandes emprendimientos pueden sumar beneficios. Es a través de lo simple, del compromiso con lo pequeño, en lo inmediato, que estaremos “trayendo el Cielo a la Tierra”, disfrutando de una Nueva Humanidad hermanada con todos los reinos.

Fernanda Paz
fernandaborgespaz@gmail.com

* Artigo escrito para revista virtual Llaves de Luz, produzida em Santa Fé, Argentina.

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